domingo, 4 de octubre de 2009

Monstruos y límites

Los marinos de todos los tiempos divulgaron historias de monstruos y peligros espeluznantes para ganarse fama y salvaguardar liderazgos en los mares que dominaban los pueblos de la historia. Los aqueos, primeros griegos que se adentraron en el mediterraneo occidental, inventaron la historia de Escila y Caribdis que acechaban en el estrecho de Mesina, las cuales fueron las culpables del hundimiento de la nave de Ulises. Los fenicios hablaron de las columnas de Hércules en el Estrecho de Gibraltar. Los calamares gigantes probablemente fueron el origen del kraken de los navegantes escandinavos, y los cachalotes fuesen la inspiración del Leviatán bíblico

El aepyornis de Madagascar inspiró al ave Roc que alzó a Simbad por los aires y cuyo grito fue escuchado por el mismísimo Marco Polo.

Las corrientes de las islas Lofoten dieron lugar al terrorífico maelström, sobre el que Poe escribió un magnífico relato.

Los polinesios y melanesios temían a los pulpos gigantes (kwita) y los chinos tenían sus propios dragones marinos.

Jorge Luis Borges en su magistral "Manual de Zoología Fantástica" ofrece un mágico catálogo de leviatanes, dragones, arpías, basiliscos, hidras de siete cabezas, quimeras, sirenas, tritones... Otros como Homero, Estrabón, Plinio o el propio Isidoro de Sevilla en el libro XII de sus Etimologías, dejaron descripciones de sus pesadillas marinas.

La bibliografía es extensa y cautivadora, valgan sólo algunos ejemplos indispensables: "Historia animalium" de Conrad Gesner, "Historia serpenti et draconi" de Ulise Aldrovandi "Mundus Subterraneus" de Athanasius Kircher.
El marino es un colectivo intrépido, explorador y valiente por naturaleza, lo que no les quita, como a todos, que tengan sus propios miedos y cautelas ante lo desconocido, ante el futuro. Sin embargo, el tiempo, los logros y las superaciones personales y colectivas han hecho que la mayor parte del catálogo anterior haya sido vencido y explicado razonadamente. El marino que llevamos dentro es el que tiene que encarar la tempestad y tener la firmeza de agarrar el timón con todas sus fuerzas justo cuando la sensación de vacío que deja la ola al retirarse bajo el barco se hace aterradora.

1 comentario:

JOSH NOJERROT dijo...

La imaginación es un don que debemos alimentar con cierta precaución y sabiduría, podemos pecar, como ya se ha hecho, de alimentar la magnificencia de nuestras correrías,claro que siempre habrá alguien que desmorone la creación, magnifico...


Abrazzzusss