Varias cadenas de distribución e hipermercados tienen en
estos días importantes ofertas en cervezas, refrescos, aperitivos y similares.
Nada extraño en una época que invita al encuentro de amigos, veladas
vespertinas, barbacoas, etc.
De repente, ha venido a mi, serigrafiado en una lata de una
conocida marca de cerveza, la cara y la camiseta de un conocido jugador de la selección
española, y se ha abierto una ventanita. ¿Puede tener algo que ver las ofertas
de los hiper con los últimos malos resultados de la selección?
Creo que la respuesta es tan aplastante, como el dolor de
cabeza que tienen ahora que tener todos los que han diseñado, preparado y
lanzado importantes campañas asociadas al mundial. El previsible decaimiento
del interés por el mundial, ahora que la selección no cosecha éxitos, hace
temblar las previsiones de ventas de muchos productos y tiran por los suelos
decenas de promociones, algunas de ellas, aún por salir.
Encumbramos héroes tan rápido como los derribamos. Somos
expertos en construir pedestales de barro que a la primera lluvia se desmoronan.
Con independencia del análisis deportivo en el que me pierdo, a lo mejor antes
no eran tan semidioses, y ahora no son tan chafarderos.
Es bueno mantener cierto grado de alerta, cierto grado de
actividad cognitiva en los gestos más cotidianos de nuestra vida, incluso
cuando calculamos en el hiper si determinada oferta nos interesa o no. Mirar un
poco más abajo, un poco más adentro y poner mayor grado de conciencia en la
parte de atrás del cartel que anuncia “mejor precio garantizado”. Empujemos el
carrito con voluntad propia, echemos en él lo que de verdad queramos y
necesitemos y miremos la contraetiqueta antes de llegar a la caja. En el hiper,
y fuera de él.
No dejemos que nos dirijan. Ni en las compras, ni en el
resto de nuestro acaecer. Podía llevar un mes viendo los rostros de los
jugadores en mil sitios, en todos lados, a todas horas, pero no me había parado
a mirarlos.
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