El sillón de alcalde ocupado por
la cabeza visible de la lista más votada. La propuesta, desde luego, parece tan
sensata que casi raya el sentido común. Y sin embargo ahora, muchas alcaldías
están ocupadas por candidaturas que no fueron mayoritarias en las urnas.
En el proceso de elección actual
tenemos algunos elementos distorsionantes de base, que hacen que ahora el
sistema no sea perfectos; la ley de D´hondt combinada con los altos índices de
abstención son factores determinantes para lograr el objetivo fundamental, el
sillón grande del centro. Tras el paso del tiempo, lo que se recuerda es el
nombre del que ocupa ese sillón, es el nombre que aparece en las calles, en los
memoriales, en los premios. Es razonable, desde el punto de vista de la
candidatura municipal que sea ese el objetivo primordial.
La propuesta lanzada por el PP en
la que se dibuja una reforma en el proceso de elección de alcaldes tiene un
claro tinte partidista, pues dicho cambio, con la situación actual, le
permitiría obtener la alcaldía de bastantes grandes ciudades que se les han
escapado en las anteriores elecciones gracias al acuerdo posterior entre otras
fuerzas políticas. Y esa idea, aunque menos noticiable, también dibujaría un
mapa político diferente en otros lugares como puede ser Isla Cristina.
La propuesta aún tiene que tomar
forma, tiene que detallarse y habrá que ver en qué se concreta finalmente. En
mi opinión, la idea lanzada por el gobierno sólo persigue afianzar y perpetuar
el bipartidismo. Si de verdad quisieran una elección directa de la alcaldía, se
diseñaría (y esta es mi propuesta) una elección de alcalde a doble vuelta
electoral. En la primera vuelta, si ninguna de las candidaturas obtuviese más
del 51% de los votos emitidos, se realizaría una segunda votación con las dos
candidaturas más votadas. De este modo, al igual que en otros países, en la
primera vuelta se expresarían preferencias absolutas y en la segunda,
preferencias relativas.
Si se hiciese de este modo, nadie
podría gobernar un ayuntamiento si sólo hubiese obtenido el 20-30% de los
votos, se evitaría la trampa absurda del denominado voto útil y se aunaría
libertad de voto y responsabilidad. Si de verdad, como dice Rajoy, no quiere
que gobiernen las minorías, aquí tiene una solución.
Las elecciones no son un sprint o
una zambullida donde gana quien mejor aguanta el tirón, y desde luego, nunca
deben considerarse un procedimiento por medio del cual, algunos ganan y otros
caen en la fatalidad. Es un proceso tan serio, que lleva a tener la potestad de
gobernar a toda una sociedad durante un período aproximado de cuatro años.
Considerando este previsible
escenario normativo, recordemos brevemente los resultados de las elecciones
electorales en Isla Cristina: PSOE (31,14%), PIF (22,75%), PP (19,71%),
AP-EP-And (17,93%), IULV-CA (3,46%), ILR (3,46%). Las combinaciones, las cábalas, dado el
previsible desgaste que puede tener el PSOE tras los años de gobierno, dados
los movimientos de algunas piezas importantes en los equipos, pueden ser
complejos de cara a las elecciones del próximo año.
Una estrategia inteligente y
sólida, valorando el cambio normativo, llevaría a la necesidad de trazar
alianzas y candidaturas conjuntas a las formaciones existentes en Isla Cristina
si su aspiración es la alcaldía. Llevaría a hablar de construir programas
electorales sólidos, integradores, transversales; ambiciosos y realistas que integraran
distintas sensibilidades. Tendrían que enfrentarse a un gran primer reto:
construir una sólida propuesta de gobierno, de municipalidad.
Si a ello le añadimos que a los
gestores de las cuentas públicas municipales aún les quedan algunos años más de
vacas flacas y apuros económicos, nos esperan unos apasionantes meses de
política municipal donde nuestros principales dirigentes deberán demostrar si
están a la altura. A los ciudadanos, ahora, nos toca estar atentos a los
próximos movimientos que no deberían tardar en producirse, pues en la próxima
primavera tendremos el poder con nuestro voto.
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