Cuando muchos animaban a acudir a votar el domingo por un
tiempo nuevo en la política española, yo, me lo creí, también me consta que muchos
otros.
Por eso, cuando veo el enroque vintage que están
haciendo, tengo la sensación de haberme quedado fuera.
Cuando unos dicen que no hay que mirar hemerotecas, que
es de mal gusto, cuando otros hacen pedagogía de las bondades del pacto a la
alemana, siento que me dejan fuera.
A mí, y tal vez a muchos más, porque, no podemos olvidar,
que ninguno de ellos ha sido votado por más del 20% de la ciudadanía, así que
si se ponen a jugar al tablero clásico, puede que lo estén haciendo muy
alejados de las posturas de la mayoría absoluta del país.
Unos dicen que la última opción es volver a convocar
elecciones y otros que estamos ante el primer no. Dentro de poco se alimentará
el hecho de que España necesita un gobierno. No les falta razón, pero es
menester preguntarse si eso es lo fundamental.
Y se abrirá entonces una legislatura de distancias
medidas y de aparcamiento de una verdadera reforma de la constitución, de no
modificar la ley electoral, de no asumir la responsabilidad en materia de
identidad territorial, de caso omiso al modelo energético, de obviar
necesidades medioambientales, de creciente deterioro del territorio rural, de
aumento de la precariedad laboral y tasas de desigualdad, de opacidad en la
persecución de grandes defraudadores y, claro, de manzanas podridas en los
partidos y más de lo mismo, y más del y tú más.
De desplegar un proyecto que permita al país ganar
competitividad, que de manera sostenible y sostenida logre un adecuado
desarrollo distribuido con criterios de justicia social, que disminuyan las
tasas de desempleo, de fracaso escolar, las listas de esperas para quirófanos y
especialistas, los desahucios, la violencia de género,..., que se prepare el
país para el envejecimiento de la población, el cambio climático, la soberanía
alimentaria y energética, ..., de eso ni hablamos.
Me he quedado fuera. Aunque nos maquillen las formas,
nada cambia en los viejos PPSOE, y es la noticia más triste que podía darnos el
20D.
Ortega y Gasset pronunció hace
más de un siglo, en el Teatro de La Comedia una conferencia titulada “Vieja y
Nueva Política” en la que dice cosas como estas:
“ La nueva política es
menester que comience a diferenciarse de la vieja política en no ser para ella
lo más importante, en ser para ella casi lo menos importante la captación del
gobierno de España, y ser, en cambio, lo único importante el aumento y fomento
de la vitalidad de España. De suerte que llegará un día (¿quién lo duda?) en
que, con unos u otros hombres, la nueva política ganará sus elecciones y
tendrán gentes de su espíritu las varas de alcaldes; pero esto no pesará en su
satisfacción ni un adarme más que el haber conseguido, por ejemplo, que se
publique un buen libro de anatomía o de electricidad, o haber hecho que se
forme por los labriegos perdidos en el áspero rincón de una montaña una
Sociedad agrícola de resistencia”.
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