Al menos dos medios de comunicación de amplia difusión están
diciendo que el aceite de palma es nocivo para la salud. La cadena de valor
agroalimentaria está admitiendo que resulta extremadamente complicado eliminar
un componente que se encuentra en el 50% de la cesta de la compra de los
consumidores. Un producto insustituible en multitud de procesos productivos ya
que las máquinas, recetas y tiempos han sido diseñados específicamente para sus
características.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA)
estima que la Producción Mundial de Aceite de Palma 2016/2017 será de
64.5 millones de toneladas, un 9,5% más que la temporada anterior en que la
producción ha sido de 58.84 millones de toneladas. Los principales países productores
son: Indonesia con 35 millones de toneladas, Malasia, 20 millones,
Tailandia 2,3 y Nigeria 0,97.
Es una grasa con un bajo coste de
producción por lo que ha llegado a ser parte esencial de la alimentación industrial occidental y se
ha posicionado como el segundo aceite más consumido en el mundo. Es utilizado
para los aceites de fritura, margarinas, platos precocinados, sopas, patatas
fritas, helados, bizcochos, helados, galletas, etc. También es utilizado en la
industria química, la cosmética, la alimentación animal y más recientemente
como agrocombustible.
Es un alimento con un exceso de grasas saturadas por su proceso
industrial y que no son buenos componentes desde el punto de vista dietético.
La universalización de su consumo está muy relacionada con la homogeneización
de la dieta mundial y el descenso de la calidad de los alimentos. Su consumo
tiene efectos sobre la salud en forma de diabetes, obesidad, enfermedades
coronarias. China se ha convertido en el principal importador mundial de este
aceite, seguido de la Unión Europea, India y Pakistán.
El árbol, originario del Golfo de Guinea
en África Occidental, se ha extendido por todas las regiones tropicales del
mundo y está provocando la deforestación de selvas de Indonesia y Malasia y
otras zonas selváticas como las de Colombia, para abrir paso a estos cultivos.
Se estima que la cantidad de incendios provocados por determinadas empresas
para “limpiar” los bosques y reemplazarlos con plantaciones agroindustriales ha
dejado en 50 años más de 74 millones de hectáreas de bosques destruidos.
En este proceso de contrarreforma agraria,
miles de indígenas y campesinos han sido desalojados de sus tierras, y
centenares de personas, que intentaron resistirse, torturados. En las
plantaciones industriales se han registrado múltiples violaciones de los
derechos humanos y una injusticia laboral generalizada.
Aún así, el aceite de palma no es un demonio, tan siquiera
es culpable de nada. El aceite de palma sólo es un mensajero que anuncia los
efectos del modelo de producción industrial, de globalización egoísta y de
falta de cualquier consideración hacia la vida.
La concentración de poder en pocas manos en el sistema
alimenticio mundial en el que priman los beneficios económicos de las
multinacionales a corto plazo lleva al desastre. Hoy es el aceite de palma,
antes de ayer fueron las vacas locas, mañana puede ser cualquier otra cosa
porque tenemos en marcha demasiadas bombas de relojería que están jugando con
el uso del territorio, la biodiversidad y la salud humana. Las empresas no
pueden dirigir el futuro del planeta porque están siendo juez y parte.
Las grandes extensiones de monocultivo están causando la
sexta extinción mundial y es uno de los grandes causantes del cambio climático
producido por el hombre. La transformación y transporte de alimentos está
provocando más del 35% de la emisión de gases de efecto invernadero. La FAO
acaba de emitir un informe que las enfermedades derivadas de los alimentos va a
ser la primera fuente de enfermedades para la humanidad en 2050. No demonicemos
al aceite de palma que es sólo el mensajero.
La ONU tiene que colocar esta problemática entre sus máximas
prioridades. Instar a los gobiernos a enterrar falacias interesadas y cambiar
la manera de operar. Ya se producen suficientes alimentos para la población que
habrá dentro de treinta años. Es mentira, no hay escasez, al contrario
despilfarramos, derrochamos y acaba en el cubo de la basura más de un tercio de
la producción industrial de alimentos.
Es hora de reconocer que el modelo de globalización del
sistema alimentario es un error para la humanidad, que es el momento de
revertir el proceso y hacer valer el concepto de soberanía.
El mejor alimento es el que llega a la mesa sin necesidad de
haber necesitado refrigeración. Eso sólo es posible con producción familiar, de
cercanía y de temporada. En nuestros agricultores, hortelanos y ganaderos está
la solución, no hace falta buscarla más lejos.
1 comentario:
Y como quitamos de en medio este producto nocivo.Particularmente siempre le tuve respeto a tomar alimentos con este aceite.Pero luego tomanos confiterías y demás. en fin va hace complicado.Pero todo tiene arreglo.....Suerte
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