He visto esta mañana a una señora, de unos cuarenta y
cinco años, aunque aparentase sesenta por su delgadez y escaso acicalamiento.
Despeinada, con un vestido no de su talla y con los pies sucios y desnudos,
jugaba en un banco de la calle. Probablemente logre sobrevivir gracias a lo que
encuentra en los contenedores. Al parecer había encontrado un dibujante y unos
lápices de cera en uno de ellos. Ahí, en la fresca mañana, sobre el poyete de
piedra, tenía toda su atención en colorear la muñequita todavía en silueta del
cuaderno. Es una escena que tardaré en asimilar.
Escuchaba el otro día decir al juez de menores, Emilio
Calatayud, que cuando en las carceles y correccionales, por la noche se echa el
cerrojo de las celdas, dentro de ellas no se escuchan blasmefias y golpes, el
silencio de la noche lo rompen llantos de niños.
Hace un par de días, cuando en una reunión amplia, se
pidió que, de los presentes se identificasen levantando la mano los que fuesen
agricultores, la mayor parte de ellos tardó en hacerlo, alzándola despacio
mientras el resto del cuerpo quería refugiarse en el asiento.
Hoy es el día elegido por la comunidad internacional para
recordar que el trabajo y la dignidad es algo esencial en la convivencia, que
la sociedad no puede abandonar ni despreciar a ninguno de sus miembros.
Es horrible que el hombre se sienta superior a la mujer,
que los ciudadanos urbanos consideren de segundo orden a los del mundo rural, que los
adultos no tengan respeto por los niños, que los titulados subestimen los
trabajos manuales, que el proselitismo nos haga perder elementos de justicia y
respeto.
Hoy es el Día del Trabajo, la Lucha sigue en La Calle.
1 comentario:
Felicidades!!! Excelente artículo, cada frase es propicia para la reflexión, hay mucho sentimiento en tus palabras... conmovedor....Enhorabuena.
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