La azarosa acumulación de despropósitos, contrariedades, traspiés, defraudaciones, inclemencias, importunios e infortunios acumulados en inestable torre, nos hacen sentir que vivimos en el Apocalipsis.
Nada podría ir peor, todos estarían condenados al
infierno, no se salvaría ni una brizna de hierba cuál si todos los ungulados
del planeta quisieran arrogarse ser la cabalgadura de Atila.
Todo del revés y boca abajo, como si un alien se hubiese
apoderado de nuestro cuerpo y el amor de todas nuestras neuronas. Como si la
más grande las profecías se hubiese cumplido, esa que anuncia que la realidad supera
la ficción.
Cuando, extenuados,mordemos el polvo de la
batalla y observamos como el enemigo iza con desparpajo y regodeo la bandera
odiada, sólo entonces, sabemos que ha llegado el reino de la distopía, la nuestra, la de verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario