lunes, 24 de noviembre de 2014

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La historia de los ingresos, la distribución de renta, de generación de la riqueza, es siempre profundamente política, caótica e imprevisible. Es un hecho, basta revisar lo ocurrido hasta ahora.

El pasado 20 de Noviembre, el consejero de economía, Sánchez Maldonado, expuso,  “existe una correlación positiva entre crecimiento e igualdad (.) Los países que crecen son los que presentan (a largo plazo) menores índices de desigualdad.” Ampliaba a continuación su argumento visto en negativo “si aumenta la desigualdad, no se crece”.

 
La explicación es la punta de todo un gigantesco iceberg de conocimiento y experiencia. Yo tenía la idea que era a la inversa, que era la igualdad, fundamentada en principios democráticos la que favorecía el desarrollo sostenido y que, un crecimiento económico no tenía por qué trasladarse necesariamente en una mejora generalizada de todos los integrantes de la sociedad sino, como decía al principio, depende de las políticas económicas y sociales que se desplieguen


 
Al comentar el caso con un amigo, me advirtió del lanzamiento en castellano de “El capital en el siglo XXI” de Thomas Piketty. Con sed, me he sumergido en el mismo.

Aunque no lo citase textualmente,  parece que la base de las declaraciones de Sánchez Maldonado, pueden estar fundamentadas en el trabajo de Kuznets, “Economic Growth and Income Inequality” en el que expone que basta ser paciente y esperar un poco para que el desarrollo beneficie a todos.

Kuznets construyó el primer trabajo basado en series estadísticas sobre el tema y ha sido ampliamente estudiado en las universidades y seguida su teoría, considerándose válida hasta ahora, cuando los profesores de la Ècole d´Êconomie de Paris, han sido los primeros (60 años después) en revisar sus conclusiones, fundamentadas en los años denominados “Treinta Gloriosos (1920-1950).

El estudio histórico de la distribución entre la tasa de crecimiento de la concentración de la riqueza y el crecimiento de los ingresos ofrece datos reveladores. En las sociedades con bajo crecimiento (como la que estamos), la riqueza que existía en el pasado adquiere mayor importancia de manera natural, pues basta un leve flujo de nuevos ahorros para incrementar de manera continua y sustancial esa misma riqueza.

Baste recordar aquí los serios problemas de decrecimiento de la tasa de ahorro entre la mayor parte de los españoles que está entre las causas de impago de la deuda, de los desahucios y aumento de la morosidad que vienen siendo señalados por propios y extraños como un grave y gran problema estructural. La falta de ahorro contribuye a la polarización de la riqueza.

Los trabajos de Piketty y su equipo lo llevan al siguiente axioma: “Cuando la tasa de rendimiento del capital supera de manera significativa la tasa de crecimiento – casi siempre ha sucedido en la historia y existen grandes posibilidades que vuelva a ser la norma en el siglo XXI- ello implica mecánicamente que la riqueza originada en el pasado se recapitaliza más rápido que el ritmo de producción y los ingresos. Basta, pues, que los herederos ahorren una parte limitada  de los ingresos de su capital para que este último aumente más rápido que la economía en su conjunto. En estas condiciones, es casi inevitable que los patrimonios heredados dominen por mucho a los patrimonios constituidos a lo largo de una vida de trabajo, y que la concentración de capital alcance niveles muy elevados y potencialmente incompatibles con los valorse meritocráticos y los principios de justicia social que son el cimiento de nuestras sociedades democráticas."

El modelo capitalista en si mismo tiene carencias intrínsecas, conocidas por todos. Entre ellas, que produce mecánicamente desigualdades insostenibles, arbitrarias, que ponen en jaque los valores meritocráticos en los que se basan las sociedades democráticas. Nuestro trabajo, nuestra responsabilidad consiste en minimizar estas carencias del modelo con políticas económicas, fiscales y sociales que potencien la convergencia social.

El trabajo de Piketty puede resultar muy valioso para todos, y en especial a los que tienen que ir dibujando el camino que nos queda por andar. Como ciencia social, la economía no puede tener fijos sus dogmas. De nuevo se requiere acudir a la máxima, conozcamos el pasado, diagnostiquemos el presente, trabajemos por un mejor futuro.

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