Los términos continuos de un proceso evolutivo hacen complicado fijar un momento, una fecha en la que el cambio es efectivo y trascendental, lo cierto es que, de unos años a esta parte, el movimiento ecologista se está convirtiendo en un sector económico, quizás desde que el conservacionismo empezó a disponer de fondos suficientes como para poder convertirse en negocio.
Un movimiento social se define, según el profesor Sidney Tarrow, como una serie de "desafíos colectivos planteados por personas que comparten objetivos comunes y solidaridad en una interacción mantenida con las elites, los oponentes y las autoridades". El nexo de unión entre los integrantes de un movimiento social siempre ha sido un objetivo común, ciertamente utópico, el cual tienen que conseguir con el esfuerzo común, con solidaridad y desarrollando una acción agrupada y coordinada.
Ese nexo inicial, esa voluntad colectiva aunada va modificándose a medida que el movimiento se instaura en el sistema. Cuando una causa, como ha sido el caso de la ecologista deja de ser el gueto de una minoría incomprendida y la sociedad va escuchando y comprendiendo sus mensajes, el movimiento se va encardinando con otros agentes, normalmente administraciones públicas y las empresas privadas. Los componentes del movimiento social, de manera progresiva, van adquiriendo las características de proveedores de productos y sobre todo de servicios que pasan a incorporarse a la economía de mercado, integrándose en un o varios sectores económicos, y como si de un nuevo ejemplo práctico de la teoría de las estrategias competitivas genéricas de Michael Porter se tratara, son afectadas por sus grupos de influencia, compiten por el capital humano y financiero, tienen que optimizar los recursos de que disponen, y se disputan el sitio con otros iguales. Un importante motor del dinamismo de la actividad en las economías abiertas es precisamente la posibilidad de participar a numerosas entidades, lo que permite obtener al cliente el máximo rendimiento al precio pagado. Los antiguos componentes del movimiento social tienen que adaptarse al nuevo escenario con las reglas de juego imperantes en el mercado.
El conservacionismo, lejos ya de ser un movimiento subversivo, encuadrado dentro de los llamados grupos antisistema de los años 70 y 80, ha pasado a ser un abanico de opciones que suscriben e incentivan la evolución de la sociedad y a las que se suman de muy diversa forma miles de personas en toda España.
Aunque es un colectivo muy atomizado y disperso geográfica y sectorialmente, las proclamadas cinco grandes organizaciones ecologistas en España, haciendo el símil con los Big Five africanos, son SEO-Birdlife, Greenpeace, WWF-Adena, Ecologistas en Acción y Amigos de la Tierra, agrupan un presupuesto anual de 18.657.661 €, tienen 320 trabajadores 174.600 asociados y 2.600 voluntarios habituales, oficinas abiertas o grupos de trabajo en todas las grandes ciudades españolas y proyectos en marcha en más de 60 países del mundo.
Al igual que cualquier otra actividad, estas y otras organizaciones ofrecen un servicio que cubre una necesidad, la de estudiar el entorno y desarrollar mecanismos que impidan la pérdida de biodiversidad y minimicen el cambio climático. Para lograrlo también tienen que competir entre ellas, tienen que conseguir la satisfacción de su cliente al igual que optimizar los recursos utilizados.
A la causa conservacionista la ha hecho suya de una manera más o menos sensible una gran parte de la sociedad que está dispuesta a destinar parte de recursos disponibles de manera directa (donaciones, voluntariado, compra verde) o de manera indirecta (políticas medioambientales, programas de subvenciones) a conservar el planeta. La sensibilidad no para de crecer y con ella, los fondos destinados a estos fines tampoco.
Las organizaciones han adquirido una dimensión importante asemejándose a cualquier otra estructura de cualquier sector de actividad, con su jerarquía, su burocracia, sus compromisos y sus objetivos, entre los que impera, lógicamente la supervivencia de la organización, cuestión que la suele llevar a un ciclo vital de crecimiento que se retroalimenta y que hace cautivos a sus integrantes. Porque para ellos, la vocación y espíritu de ayuda inicial ha pasado a ser su medio de vida del cual depende su poder adquisitivo y por tanto su estatus económico y social.
El estrecho de Gibraltar es un lugar emblemático para la conservación en España y en Europa dada su relevancia internacional para el paso de aves migratorias. Junto con el estrecho de Eliat en Israel y el istmo de Panamá, son los tres enclaves de mayor importancia en el mundo. Por el Estrecho de Gibraltar pasan cada año algo más de 1.000.000 de aves de más de 200 especies distintas. Destaca la migración de aves planeadoras o veleras, que son aquellas que necesitan de las corrientes térmicas de aire caliente para volar. El Estrecho de Gibraltar se convierte en un embudo natural que conecta Europa y África. En la zona pueden observarse más de 20 especies de aves planeadoras, destacando por su número las cigüeñas blancas con 200.000 individuos, los milanos negros con 120.000 y los halcones abejeros con 100.000. No es de extrañar por tanto que en esta comarca se hayan sucedido multitud de estudios de investigación y acudan cada temporada centenares de aficionados de todo el mundo, y hayan hecho de él su punto geodésico algunas organizaciones dedicadas a la conservación.
De manera creciente, desde hace unos años se vienen desarrollando de manera estable y periódica numerosos proyectos en el área del estrecho de Gibraltar, muchos de ellos financiados y respaldados por grandes entidades, normalmente promotoras de grandes inversiones para el desarrollo y modernización de la comarca y el país: autovía del mediterráneo, A-48 Algeciras-Jerez de la Frontera, cables de conexión eléctrica África-Europa, proyecto de autovía Cádiz-Algeciras, ampliaciones de puertos pesqueros y de mercancías, zonas logísticas, instalaciones industriales, etc. Todo ello ha hecho que el dinero destinado a medidas compensatorias y proyectos de conservación y sensibilización ambiental se haya disparado, y junto a ellos la rivalidad por las organizaciones conservacionistas por gestionarlos.
Dicha competencia hay que entenderla de libre mercado, en la que cada entidad intenta ser la merecedora de los concursos y subvenciones, para lo cual debe desplegar todo su potencial, intentando demostrar su mayor y mejor solvencia técnica y científica. Todas tienen que ganarse la fidelidad de sus socios y activistas, savia vital de su existencia, y la credibilidad de terceros mediante una gran imagen corporativa sustentada en la fiabilidad y rigor de sus trabajos.
El baremo suele cifrarse en el número y calidad de las publicaciones realizadas en medios especializados, y en ese entorno es donde la concurrencia es capaz de hacerse más feroz y cruel como ha podido evidenciarse en el último cruce de acusaciones que se están realizando dos de las organizaciones más señeras en el estrecho de Gibraltar : la Fundación Migres y el Colectivo Ornitológico Cigüeña Negra.
En Septiembre de 2008, miembros de Fundación Migres publicaron un artículo en la prestigiosa revista británica Journal of Applied Ecology, artículo cuyas conclusiones pretender ser rebatidas por un nuevo artículo realizado por el Colectivo Ornitológico Cigüeña Negra. Sin embargo, la Fundación Migres al tener conocimiento de la intención de dicha publicación se ha ensalzado en una serie de acusaciones que han llevado a la amenaza de anteponer querella criminal a los autores del artículo de réplica.
Estos cargos son un nuevo capítulo de los numerosos que se están viviendo en la zona, al igual que entre otras organizaciones en diversos puntos de la geografía española, al intentar cada uno de ellos imponer sus criterios en materia de desarrollo compatible con la conservación del entorno e intentar demostrar que los fondos obtenidos han sido destinados de manera exclusiva y exhaustiva al fin solicitado.
Las reglas de este nuevo sector emergente aún se están definiendo, los procedimientos aún están por pulir, las organizaciones todavía tienen que madurar, sin embargo, como en cualquier actividad sujeta a la auditoría continua de sus beneficiarios, sólo sobrevivirán aquellos que sean sinceros y coherentes. Aquellos que utilicen malas artes, intenten engañar y jueguen sucio serán lastrados al fondo y desaparecerán. No deben olvidar que sus clientes son los más exigentes, toda la sociedad y la Madre Tierra.
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1 comentario:
Don dinero sigue acaparando terreno por doquier, sin importar el sector o la causa, todo aquello que rinda sera explotado, todo sin excepción por que sigue y seguirá dominando el mundo...
Abrazzzusss
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