martes, 11 de mayo de 2010

El Fingidor de Realidades

He tenido que sentirme elegido por haber podido estar entre el ramillete de personas que ha compartido con Augusto Thassio la presentación de su último poemario, “Ahogado en el espejo”, en la sala apeadero del ayuntamiento en una deliciosa tarde de domingo del mayo sevillano.

Inmaculada, la editora en la presentación se ha referido a Fernando Pessoa, recordando que cada poeta es un fingidor. Aunque, más adelante Rodolfo, el presentador, invitaba a invertir los términos, planteando que quizás el fingidor es el Augusto que conocemos y el real y desnudo es el que se nos muestra en sus poemas, “Es un buscador de sueños, un fingidor de realidades”, decía.

El poemario es una secuencia sin segmentar, como versículos, inquietantes unos, desperanzados otros, cautivadores todos, que dejan que el lector decida su propio ritmo y sus tiempos de lectura. En ellos el autor, retrata distintos fragmentos de su relación con la Alicia que, según él, habita en cada mujer, y que “entra y sale del espejo a su antojo a esos países remotos llenos de conejos de la prisa y reinas de corazones”.
Ahogado en el espejo es un poemario duro, donde lo pictórico está muy presente a lo largo de los versos. El libro es una bella historia de la frustraciones y anhelos, “tu sabes que me aterran los naufragios”, enfatizaba el poeta. En él Augusto nos enseña las mil caras cambiantes de su soledad agónica, “a la luna de anoche le prestaste tus ojos para que me miraran (…)”.

"O poeta é um fingidor/ Finge tão completamente/ Que chega a fingir que é dor/ A dor que deveras sente”. Gracias Augusto por fingir así y gracias por hacernos partícipes, pues nos hace sentir como propio, el dolor leído. No aquel que el poeta vive, sino aquél que no hemos tenido.

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