domingo, 12 de mayo de 2013

Mis supersticiosos vecinos alados


Si nos mirásemos con detenimiento, nos daríamos cuenta que cada uno de nosotros estamos compuestos por una curiosa amalgama de gustos, preferencias y manías. En mi colección tengo la de dar de comer a los pájaros. Si, en mi terraza tengo colocados bebederos y comederos con distintos tipos de comida que brindo a la diversa fauna alada que tiene a bien visitarme.

Además de agua fresca, dejo en lugares visibles y a la vez protegidos diversos tipos de semillas y fruta. Aunque no los espío demasiado, me consta que tengo algunos visitantes habituales, y de vez en cuando, descubro a algún forastero que hace en mi azotea para y fonda en su viaje.

Está el agua, la fruta y las semillas, y he de añadir que también tengo plantas, de huerto y ornamentales, una bonita colección, he de admitir alejando la modestia. Ahora en primavera el mosaico de colores resulta muy plástico pues las flores son de muy diversos colores.

Pues bien, como no hay comunidad de vecinos que se precie sin disputas, tengo también la mía con mis vecinos alados. En concreto con las parejas de estorninos negros que en estas fechas sacan adelante sus pollos en el bloque de al lado. La cuestión es que a los muy… puñeteros les ha dado por mis margaritas.

Apenas abren las flores de las margaritas, allá que están los estorninos picoteando las flores hasta dejarla en el muñón. Maldita sea!

No tengo ni idea de por qué la han tomado con las delicadas margaritas, esa que me ha costado mucho empeño que sobrevivan al frio y húmedo invierno. Esas que cuando las vi por fin crecer en abril me llenaron de alegría. Pues ahora, nada, a los estorninos les ha dado por ellas y las dejan de la guisa que puede verse en la foto.

Aún no he encontrado el motivo, aunque dado a hacer conjeturas, he llegado a la conclusión que los estorninos, ya que les gusta cantar tanto en lo alto de las antenas del barrio, se dedican al mundo de la farándula y el espectáculo. Bien es sabido que ese gremio es muy supersticioso y odian el color amarillo. Ahí está la clave, las margaritas son las únicas flores amarillas en mi terraza.

Lo mismo hay algún tipo de explicación científica y más sensata. Hasta que la descubra, seguiré pensando que son estorninos supersticiosos, así que cada vez que los vea, les gritaré: “Mucha mierda!”.

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