jueves, 19 de mayo de 2011

Fatigar al océano

La principal fuente de proteínas animales de alta calidad y de grasas saludables de que dispone la Humanidad, el pescado, es de nuevo un mercado floreciente y ha vuelto a ocupar su lugar como componente habitual de la dieta de más de 500 millones de consumidores europeos. El continuo declive de las capturas realizadas por la flota europea llegó a su fin en torno a 2015. Aunque Europa sigue dependiendo notablemente de las importaciones de pescado, la proporción está empezando invertirse. El pescado capturado o producido en Europa es valorado y reconocido por los consumidores, que lo consideran un producto de excelente calidad.

La sobrepesca desenfrenada, con su acusado impacto en las economías costeras, ya es cosa del pasado. Prácticamente todas las poblaciones de peces europeas han recobrado los niveles correspondientes al rendimiento máximo sostenible, lo que significa que muchas de ellas se han incrementado considerablemente en comparación con 2010. Los pescadores obtienen una rentabilidad más elevada de unas poblaciones más grandes, compuestas de individuos maduros y de mayor tamaño. Y los jóvenes de las comunidades costeras ven nuevamente la pesca como un medio de vida atractivo y estable.

Esta futurista y desenfrenadamente optimista visión aparece reflejada en el Libro Verde de la Pesca de la Comisión Europea. Sin embargo, como el mismo documento dice más adelante: “La visión futurista que arriba figura no puede estar más alejada de la realidad actual, caracterizada por la sobrepesca, el exceso de capacidad de la flota, las fuertes subvenciones, la fragilidad económica y el declive del volumen de pescado capturado por los pescadores europeos. La actual PPC no ha sido lo suficientemente eficaz para prevenir estos problemas”.

Nuevos datos aportados por Oceana en su informe: “By-Catch and Discard Management: The Key to Achieving Responsible and Sustainable Fisheries in Europe, vuelven a probarlo: En Europa, alrededor de 1,3 millones de toneladas de peces son vueltos a tirar por la borda tras ser capturados cada año. Representan un 13% de las capturas totales. La mayoría de los descartes no sobreviven, el desperdicio y el daño al ecosistema es evidente. El costo económico global de esta práctica puede en algunos casos llegar a representar el 70% del valor de las capturas llevadas a lonja.

Porque los descartes son inmaduros que no crecerán, son especies no comerciales cuya disminución en el medio rompe el ecosistema marino. Esta extracción agresiva está comprobado que está haciendo peligrar en algunos caladeros las poblaciones de sus especies estrella: merluza, bacalao,…

Las directrices europeas siguen subvencionando un sector que lo que necesita es una profunda transformación. Un ejemplo claro: se sigue subvencionando el combustible. Una flota, en muchas ocasiones sobredimensionada en su potencia instalada y un precio del combustible en permanente alza, hacen este modelo insostenible, algunos grupos políticos han propuesto duplicar los importes de las subvenciones “de mínimis”, actitud inconcebible. Habría de sustituir estas ayudas por otras que supongan la reconversión hacia artes y tipos de pesca más selectivos, menos dañinos.

La situación de los descartes mencionados más arriba es la consecuencia de diversas actuaciones y directrices seguidas en el sector que lleva a unas prácticas extractivas que están acabando con el futuro. Los expertos tienen algunas recetas: Establecer límites de captura máxima permisible, Obligar el desembarco de toda la captura, Mejorar la selectividad de los artes de pesca, Cierre temporal y espacial de algunas áreas, Mecanismos eficaces de control y sanción, Promover el valor económico de las capturas incidentales.

La cuestión es que, para poner en marcha estas propuestas tiene que haber un profundo convencimiento y decisión de algunas instituciones y políticos, aunque ello le suponga pérdidas de popularidad. La UE está estudiando en estos días modificar su política y estrategia pesquera, las medidas que hagan de la pesca una actividad rentable y sostenible en el futuro pasa por decisiones comprometidas, valientes, arriesgadas, espero no olviden que son también imprescindibles.

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