domingo, 6 de julio de 2008

Gestión de demanda


El modelo energético en cuanto al origen y procedencia de sus fuentes, es hoy, uno de los debates más complejos, caros y trascendentes que puede ocuparnos.

Sabida es la carencia española en fuentes de energía, la cancerígena dependencia del petróleo nos duele a todos cada día, y la necesidad de desarrollar fuentes alternativas hace que los gobiernos lancen mensajes y programas para minorar nuestro déficit energético.

Las llamadas energías verdes no son más que una pequeña ayuda; y el traspaso del negro al verde en el petróleo con “los biocombustibles limpios” que dice la Directiva Europea, no pasa por ser más de lo mismo, esto es, el desarrollo sigue descansando sobre un principio expoliativo, como ya describió Max Weber para el modelo de colonialismo español en América. Al pasar del food grain (grano que nos comemos) al feed grain (grano con el que alimentamos al animal que nos comemos), y ahora al fuel grain (planta que se convierte en energía para mover el tractor que da de comer al animal que nos comemos), no hacemos más que aumentar la pérdida relativa para todos.

Queda entonces mirar a la energía atómica, a la que se suman partidarios: Francia, Reino Unido, se reafirman con la firma de una alianza energética. Ahora Italia a punto de suprimir la moratoria. Republica Checa, Eslovaquia, Lituania, Bulgaria… Los problemas son sabidos: además del factor político, está la seguridad de las instalaciones, el tratamiento de los residuos, el uso para fines militares, y por supuesto su coste.

Los avances tecnológicos y la subida del petróleo resta poder a estos argumentos, así que el gobierno español se aferra al motivo político y escurre el bulto, evitando el debate. No podrá hacerlo durante mucho más tiempo, y la balanza cada vez cae más, hacia medidas que permitan alargar la vida de las plantas existentes y proyectar algunas nuevas.

Como todo mercado, el de la energía, se rige por las leyes de oferta y demanda. Parece que el debate pasa por actuar siempre en la oferta: si no tenemos petróleo, a por energía hidráulica, fotovoltaica, eólica, mareal, biomasa, biocombustible… Y si no es suficiente, tendremos que abrir el debate nuclear. ¿Y la demanda?

En diversas ocasiones me he pronunciado por medidas de gestión de la demanda (lejos queda aquel RRR, aún muy válido). Hoy me resultan imprescindibles. Y no me sirve que la reducción de la demanda minora nuestra competitividad y pone en peligro nuestro crecimiento y desarrollo económico. Estamos a la sombra de ese peligro a pesar de intentar ir a todo trapo.

Hay progreso y desarrollo en sectores menos agresivos. Ahora que muchas voces se alzan en busca de un crecimiento industrial, creo que no es el camino, muchas economías y países están mucho mejor posicionados (menos costes laborales, población joven y preparada, recursos naturales disponibles, legislación permisiva).

No, no es el camino. Actuar sobre la curva de oferta no hace sino trasladar y agrandar el problema: desplacemos la curva de demanda. El simple ejercicio gráfico de dibujarlo en un papel nos dará alegría y ánimos para empezar.

1 comentario:

Salvador Carmona Fálder dijo...

Compañero, sabes que el tema energético es un tema del que me gusta opinar, también sabes que soy un defensor de la energía nuclear, los argumentos en su defensa los hemos debatido alguna que otra vez, cada día es una energía mas segura, los residuos cada vez tienen una vida menor, no emite los mediatizados gases de efecto invernadero, la tecnología esta cada vez mas extendida a muchos países, etc. Pero este debate que se esquiva en muchos ámbitos se deberá producir en breve, no se debe dejar mas, sobre todo cuando hace unos días los Ministros Español y Francés firmaban un acuerdo para tender otra conexión entre los dos países, “España estará menos alejado del mercado centroeuropeo de la energía”, es decir la demanda (esa que históricamente a aumentado desde que el hombre pisa la tierra) será cubierta por energía francesa, energía en un 70 % nuclear, algo hipócrita la situación, otra solución es vender (suena feo), realizar una transferencia tecnológica (mucho mejor así) a nuestros vecinos del sur y que sean ellos los que pongan en marcha las centrales y nos vendan energía, otro cable en el estrecho y el problema casi solucionado.

La disminución de la demanda sería un buen campo de trabajo, sería un proyecto a largo plazo, necesitaría de inversiones en mejora de infraestructuras, inversiones en educación, medidas que darían su fruto en unos lustros o décadas, pero la política es corto-placista, para dentro de 4 años tenemos que tener el pescado vendido, de ahí que los programas destinados a reducir la demanda sean simplemente un decálogo de intenciones (tipo libro blanco) y anuncios en la tele dirigidos a los consumidores (hogares), ¿tanta energía (lo mismo ocurre con el agua) se despilfarra en los hogares?, cuando los grandes consumidores de energía son a su vez los grandes despilfarradores de energía, sistemas de alumbrado público antidiluvianos, sistemas de transporte poco eficientes, infraestructuras agotadas, edificios poco eficientes, sin mantenimiento, etc.

Otro debate a abrir es el de la reducción real de la demanda, no lo harán los poderes públicos lo tendremos que hacer cada uno de nosotros, desde nuestra casa y hacía el exterior, solo la sociedad civil puede llevar acabo proyectos a largo plazo, pongamos a trabajar.