Unos quisieron y unos pudieron

Unos pudieron y otros lo intentaron. Una vez más, un nuevo calendario que acaba en estos días, en el que la lucha fraticida por la supervivencia y el bienestar se ha librado en mostradores y en el alma humana.

El año del 2.008 va quedando en forma de cicatrices en el cuerpo y el corazón, como agujeros en los bolsillos y papeles en los cajones, para gloria y regocijo de muchos, para pena y rabia de no menos.

Pudieron, ciertamente pudieron los chicos de la selección de futbol conquistar por fin el título; no pocas compañías nos lo recordarán ahora en navidad y en los especiales recopilatorios, exprimiendo los últimos euros de ese éxito; pudieron no pocos olímpicos y los tenistas de la Davis. 2.008 consolida a España como una potencia en deporte, aunque le queden luchas lecciones que aprender para estar en primera línea, en otras artes.

Algunos se quedaron a falta de un suspiro, el que les supo más amargo: Felipe Massa, Mariano Rajoy, Ségolène Royal. Unos buscaron las cuerdas: Fidel Castro, Bebo Morales, George W. Bush, Ibarretxe; otros nos pusieron contra ellas (Me niego a hacerles cualquier tipo de propaganda).

Llegó el lobo en forma de despidos, impagados, cierres, peleas; los cuales han puesto a prueba paciencia y astucia, para, fortalecer a un Darwin, cuestionado también en estos meses: los cambios obligan a evolucionar. Y es de recibo recordar que la especie humana es la que más rápido evoluciona, también para defenderse de problemas y enfermedades que a veces ella misma genera. Este año el peor diagnóstico lo ocasionó la falta de liquidez.

Nos dejaron algunos ilustres con importantes obras brindadas al mundo: Heston, Newman, Pollack. Nos dejaron también otros, incluso antes de que el mundo, les diese una oportunidad para que, demostrasen, lo que podrían haber aportado a la humanidad. Otros tomaron su primer aliento este año, ayudémosles a superar a los predecesores.

Y sobre todo, el 2.008 quedará para la historia, como el año en el que se rompió el mayor techo de cristal existente. El momento, a partir del cual, las discriminaciones se harán más inexcusables. Desde el punto y hora, en el que el pueblo, en una lección magistral mundial de soberanía popular, en pocos meses se rompieron los esquemas, y efectivamente, hicieron bueno el “We Can”. Confiaron en que podían. La más poderosa de las armas la tenían, y jugó su papel decisivo en el instante deseado. La sociedad global tiene que aprender esa lección para poder extraer la sabiduría generada por un año 2.008 vivido intensamente.