La innovación, concebida como motor de cambio, también puede ser trabajada, también puede ser desarrollada, es una apuesta por la anticipación y flexibilidad. El reto, por tanto, es pasar, de la innovación como suceso, a la innovación como proceso, entendida de esa manera, la innovación es un concepto abierto, supone transformación y ruptura, reconoce la diversidad como un espacio de enriquecimiento, se inspira en la naturaleza y el entorno, resalta el valor de la persona, descansa en valores que conforman cultura, la principal ventaja competitiva.

Sólo se produce innovación sostenible en el tiempo, si equilibramos, la creatividad y la modelización sobre la base de los valores. De ella son enemigos, tanto el iluminado revolucionario como el burócrata normalista.
Innovar es también buscar conocimiento, pero también el excesivo conocimiento adormece las emociones. Innovar es hacerse preguntas, buscar respuestas, tirar de hilos, desenmarañar madejas, buscar alternativas, hacer caminos, abrir puertas que llevan a otras puertas. Una persona, cualquier persona, que aspire a ser innovadora, debe aprender a convivir con más preguntas que respuestas, y a disfrutar con ello.
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