domingo, 1 de marzo de 2009

El día del Ángel

Nota Previa: El siguiente texto, fue redactado hace seis años y publicado en diversos medios de comunicación. Os lo traslado aquí, para celebrar el primer cumpleaños de esta página web, para aplaudir la llegada de la primavera, para elogiar que, el lugar ha sido declarado, hace unos meses, por la Junta de Castilla La Mancha, como Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de Monumento, y, por supuesto, para seguir animando a la Familia Ferreiro.
En los últimos años han sido muchas las batallas, las cicatrices, lo atestiguan. La guerra más importante, ganaros el cariño, apoyo, el respeto general, y el derecho a vivir en paz en vuestra propia casa, está ganada.



En el día del ángel, el día señalado para echar la simiente de las pimenteras, visitamos el valle de Alcudia.

El campo, anuncia los primeros síntomas de la primavera, y a pesar de que el aire resulta frío, el entorno invita a caminar, y de hecho, lo hacemos; empezamos a recorrer el cordel que atraviesa el valle, de este a oeste, por donde hasta hace poco, transitaban los rebaños. Partimos desde el km.- 126,2 de la Nal. 340 y nos adentramos en el camino, que tiene como punto y seguido, el poblado de Bienvenida.

La lluvia ha sido abundante en los últimos días, los arroyos bajan desbordados, y pronto, tenemos barro hasta los tobillos y bendecimos a San Goretex, pues sólo él, nos protege, en estas situaciones extremas.

Caminamos hacia poniente, pico a viento, y animados por la charla. El paisaje, el ganado y la vida que nos rodea, nos aleja del ruido de la civilización, sin echarlo en falta cuando desaparece de nuestros oídos, y nuestra vista, por completo. Necesitamos reparar, en el soporte metálico de los nidos de cigüeña blanca, para apercibirnos que, otros congéneres nuestros han estado ya por aquí.

Los prismáticos en ristre no tienen tregua, pues no paran de salirnos al paso, multitud de aves, rapaces, las más destacadas: alimoches, milanos reales, buitres leonados, buitres negros, ratoneros, algún gavilán, un águila imperial a lo lejos. Carlos, da muestras, de su amplia cultura bibliográfica, recordando que en un solo día, algunos observadores han visto, en esta zona, todas las rapaces ibéricas, a excepción, claro está, del norteño quebranta.

Otras aves, salen a nuestro paso: cogujadas, bisbitas, lavanderas blancas, trigueros, verderillos, pinzones, jilgueros, cuervos, chovas piquirrojas, colirrojo tizón, tarabilla, mosquitero, rabilargos a montones, arrendajos,

Tras unos kilómetros, y tras cruzar varias fincas, llegamos a un camino, algo más acondicionado, donde comienza la finca “Cerro Verde”, ya sobre el camino, el andar, aunque monótono, se hace más ágil, y tras una loma, alcanzamos el caserío de “La Divina Pastora”, donde unos niños, juegan con los perros, y las gallinas, corren asustadas a nuestro paso.

Andábamos seguros, pues el señor que iba en la tartana de Land Rover, ya nos había avisado que, para llegar a la Venta la Inés, aún quedaba bastante trecho, pero la teníamos localizada visualmente, gracias a unas anacrónicas torretas eléctricas.

Tras una curva, y en una linde, apareció la figura de Felipe Ferreiro Alarcón, el actual regente de la “Venta La Inés”, antiguamente llamada “Venta del Alcalde”, valorada en 3.000 ducados, en los tiempos en los que D. Miguel de Cervantes era desplazado de la Marina Española en Sevilla, y frecuentaba esta zona, en sus viajes desde su lugar de origen, hasta su trabajo.

La Venta del Alcalde, ya en tiempos de “Rinconete y Cortadillo”, era la de más renombre y valor de la zona, y se desconocen sus orígenes exactos, pues desde siempre, fue parada y fonda de los pastores trashumantes en tiempos de La Mesta.

La venta, cambió de nombre ante el infortunio de doña Inés Ruiz Castellanos, esposa del propietario y posadero, que al enviudar, tuvo que hacerse cargo del negocio. Debido a tal eventualidad, los clientes, rebautizaron para poder identificar el local con su nueva directora.

Se encuentra en un lugar privilegiado, este caserón, junto a la cuna del río Tablilla, donde se encuentra una cueva, con importantes pinturas rupestres, además de envidiables valores naturales, pues en la comarca, ha habitado desde siempre el lobo, aunque en la actualidad, nos dice Felipe, que está muy controlado, pues los guardas, tienen localizadas las loberas, y pillan a las crías nada más nacer. Ha sido abundante también el gato bigotudo, aunque en los últimos tiempos se ve muy poco; y de la presencia de la reina del cielo español, no nos queda duda, pues planea sobre nosotros un damero, a escasos metros de la casa de Felipe.

Caminamos guiados por Felipe, que nos enseña paciente los rastros de zorros y otros animales, nos da nombres de árboles, arroyos, montes....

Felipe representa la sabiduría popular, echa lucidez en su madurez. Este hombre llegó a tiempo para que, su personalidad, creciera de los tiempos convulsos, durante los cuales, los españoles no reconocíamos a nuestros hermanos y vecinos. Durante sus primeros años de exploración de estos cerros, tuvo de compañeros, a una banda de maquis, que eligieron un alto, cercano a su casa, para pasar unos años. Y mientras Felipe extendía centímetros, el Capitán Rodríguez y sus quince seguidores, le ganaban la partida a la muerte y la prisión.

Hemos pasado una minicentral eléctrica, en cuya cortina hay decenas de nidos de avión común, y al igual que el río Tablillas, hemos tenido que resignarnos a pasar, por el aro de la modernidad, hecho túnel bajo las vías del AVE. Con encomiable optimismo, le sacamos partido a la situación, alegrándonos de ver dos nidos de avión roquero en dicho túnel, además de uno de golondrina dáurica.

Unos minutos antes, vimos tres golondrinas dáuricas volando, iban altas, probablemente en migración, y al acercarnos a la casa de Felipe vemos dos golondrinas comunes posadas en la antena de televisión. No puedo reprimirme, e interrumpo la explicación que, en ese momento, Felipe nos daba sobre los nogales que había plantado, Yolanda miraba con atención el pinzón, pero los paré a ambos ante la noticia de las golondrinas. Con sorprendente tranquilidad, Felipe afirma que sí, que han llegado hoy, es la primera vez que las ve este año, pero es lógico, es hoy el día del Ángel, y en esta zona, las golondrinas, por tradición natural, llegan siempre a la comarca, en este día. Este año, ha tenido la pequeña anécdota, de que hemos tenido oportunidad, de comprobarlo en directo, y en primera persona.

Felipe nos invita a su casa, la Venta de la Inés, que parece inalterada desde hace siglos. En la casa está su mujer, una señora, que se ayuda de muletas para caminar, pues además de artrosis y parkinson tiene problemas digestivos, es hipertensa, y tiene azúcar en la sangre. Además, está con ellos la criatura, como cariñosamente la llaman, hija deficiente del matrimonio, que tiene también problemas físicos desde que se cayó a la lumbre con tres años.El mismo fuego que, hoy en día sigue dándole calor en el duro invierno manchego.

Un hogar, que, parece no haberse quedado sin llamas desde entonces, y que sirve ahora, para que Felipe ponga algunas morcillas y chorizos para acompañar a los botellines de Mahou que nos sirve. De nuevo, el más humilde, es el más generoso.

Nos sentamos, intentando cuadrar las desequilibradas patas de nuestros variopintos modelos de silla en el suelo empedrado de la estancia, arrimándonos al hule y a la hogaza de pan, que ya Felipe filetea con la navaja, el primer chorizo, ya está en el plato de latón blanco, y de manera muy sincera, nos anima a comer.

La señora nos habla de sus nietos, cuyos retratos, cubren las paredes, parecen sumarse a la memoria de la casa, pues están rodeados, de otras fotos en tono más ocre, de los abuelos de Felipe, con testimonios que se remontan a finales del siglo XIX.

Además de su rica memoria histórica y conocimiento del medio, Felipe, tiene un único tema de conversación, del que nos habla durante las tres horas que pasamos con él: la injusticia.

Él y su familia, sufre, desde hace unos años la presión y la tensión del desequilibrio social, motivado por la prepotencia que otorga la posición económica. Esta es, al menos, su visión de los hechos.

En cualquier caso, y visto desde fuera, resulta, lastimoso, que, los únicos vecinos que tiene Felipe, en kilómetros, sean los caseros, y los propietarios de la finca limítrofe. Deplorable resulta, que la otra vivienda, esté pegada a su propia pared, pero que no se dirijan la palabra desde que, siempre según Felipe, “el Poderoso”, empezó a hacer de las suyas: les cortó las tuberías de agua que abastecía la casa, les valló el camino para que no pudieran acceder vehículos, verjó el río Tablillas para evitar el acceso, embalsó el río dentro de su finca....

Todo ello, porque, según “El Poderoso”, todo quedaba en su propiedad.

Desde entonces, Felipe, como buen castellano, se ha embarcado en una gran cruzada personal, que ha llevado hasta aquí a multitud de personas, de asociaciones ecologistas, incluso al programa de televisión “línea 900”; además, claro está, de mantener numerosas denuncias abiertas en el juzgado.

Todos estos actos reivindicativos, están teniendo a unos árbitros, con vestimenta verde, que han de limitarse a levantar acta y contracta, denuncia y contradenuncia, de los actos y contraactos de uno y otro.

Poca información le apetece proporcionar Felipe de, “El Poderoso”, parece ser un empresario madrileño, aunque afincado en Burgos, que le gusta venir por aquí de vez en cuando. El chalet, presenta un aspecto impecable, con un museo de arte contemporáneo en el jardín y un entorno privilegiado, sus propiedades en la zona, se valoran en unos 15.000 millones de las antiguas pesetas.

Son fincas que se adivinan inmensas, con diversos ecosistemas incluidos y en los que habita, a buen seguro, las mayores joyas de la flora y fauna mediterránea. Recordar, como decía antes, el encuentro que mantuvimos, en ese paseo con Felipe hasta su casa, de un damero de imperial, que nos acompañó durante diez intensos minutos y que campeaba por una vaguada preciosa.

Todos nos llevamos, esa jornada, del primero de marzo, una lección magistral de Felipe, hecho ángel por un día, para acoger, en su tierra, en su casa, a estos excursionistas curiosos, a los que les explotó en las manos la primavera y la severidad de la vida.

1 comentario:

Antonio Augusto Arrebola dijo...

Fantastico relato, de los que te transportan al lugar y te hacen sentir el calor de la chimenea y el olor de ese chorizo. Gracias por dar a conocer gente como Felipe que son de admirar y uno se queda con los deseos de visitar el lugar y conocerlos personalmente.
Abrazos.