Un buen libro va asociado al silencio que permite que la
comunicación fluya desde las páginas al cerebro, transformando ese lenguaje
mudo impreso, en conocimientos, emociones y fantasías.
Hasta el silencio es un elemento diferencial del libro
frente a internet, donde no se concibe ya navegar sin unos buenos altavoces que
pongan música de fondo o permitan oír el video. Es verdad que hay casi
infinitas cosas en internet, que está rebosante de textos, audios, videos,
enciclopedias y hasta de vidas. Algunos parecen ya vivir a través de la red
donde las redes sociales proporcionan puentes de desahogo, puertas de amistad y
ventanas desde la que contemplar la vida de los otros. Afirma Carlos Monsiváis:
“Nunca lo creí posible, pero las amistades y la magia del e-mail me han llevado
a la condición del que aguarda cartas en un pueblo aún no fiscalizado por una
novela de Skármeta”.
Recuerdo de pequeño que quien se quedaba demasiado tiempo en
casa, leyendo era considerado un poco raro. Yo era de los raros. Hoy los niños
se quedan en casa con los ipads, móviles, consolas, teléfonos inteligentes,
ordenadores, como si fuesen una extensión de su cuerpo. Pero, efectivamente,
los aparatos electrónicos no sustituyen al libro por muy didáctico e
instructivo que rece el estuche del juego. “La lectura de un texto impreso
supone la luz de la atención, la del internet, la luz eléctrica” dice Julio
Ortega.
Los libros que pasan por nuestra mirada, por nuestra mesilla
de noche, por nuestra mochila, por nuestra vida, se quedan de alguna manera en
ella. Somos lo que comemos, también lo que leemos. Puede saberse mucho de la
persona que tenemos enfrente si conocemos de su lectura.
Diciembre es un mes de encuentros, reuniones. Oportunidad
excelente para conocer a los otros. Una buena vía para conocer a nuestro
compañero de mesa, de corro es preguntarle sobre el libro que esté leyendo,
sobre su libro o autor favorito.
Es momento además de regalos. Un libro puede ser el regalo
perfecto, aunque a la vez, hecho con intención, un regalo extraordinariamente
complejo. Un libro lleva incorporado en sí mismo una historia, un conocimiento
y pensamiento del autor. También dice mucho de quien lo regala y ante todo, es
necesario pensar en la persona a quien se regala.
Navidad, para mí, tiempo de libros.
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