La redacción de un
plan estratégico para un pueblo tiene que ser el resultado de un trabajo de
consenso institucional y ciudadano. Una propuesta decidida por y para las
instituciones públicas y privadas, los ciudadanos y los visitantes del
territorio, sus empresas, su patrimonio cultural y natural.
El ejercicio de
generar un plan estratégico como herramienta de visión de futuro para el
municipio de forma colectiva supone ya en si mismo un éxito para el desarrollo
de acciones que puedan acometerse. Incide en la corresponsabilidad e
implicación de los agentes sociales.
Esta visión del futuro
de un pueblo tiene que nacer con la seguridad de superar procesos legislativos,
buscar financiación y asumir cambios externos que seguro se van a producir en
un horizonte de, al menos diez años.
El plan estratégico tiene
que aglutinar, priorizar y dar coherencia al conjunto de acciones estratégicas
que tienen que permitir cambiar la situación actual de un territorio, siendo
conscientes de las restricciones y limitaciones de orden legal, económico y
social. Pero eso si, proyectando un escenario futuro que se centre en la
capacidad de generar riqueza, entusiasmo e identidad.
Un pueblo, una
comunidad con arraigo, con tradiciones, con riqueza natural, con identidad,
tiene que aprovechar todo su legado, su fuerza, su saber para proyectarse al
futuro. Revitalizándose, buscando un mejor esplendor que cualquiera del pasado.
El plan tiene que
identificar los grandes retos colectivos. Mediante un proceso participativo
explorar e identificar objetivos y acciones. Su mayor dificultad, la ejecución.
En la que todos tienen que afrontar de manera clara y sin ambages su
corresponsabilidad.
Es cierto, elaborar un plan estratégico supone un esfuerzo,
requiere de una entidad motora que capacidad de liderazgo, requiere implicación
de entidades públicas, compromiso ciudadano y empresarial. Un plan estratégico
requiere ser humildes, reconocer las carencias y querer erradicarlas. Mejorar
la convivencia, la educación, identificar y optimizar espacios físicos, recursos
materiales, mejorar la oferta y la competitividad empresarial, turística,
cultural.
Afrontar un plan estratégico está reservado para los valientes,
por eso pocos municipios son los que de verdad lo elaboran y ponen en marcha.
Bastantes menos los que los ejecutan de manera adecuada.
Antes de empezar, es necesario saber que sólo al final de ese
camino, está el liderazgo, la marca de territorio, el éxito como sociedad y
municipio.
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