El tiempo de los grandes viajeros, aventureros románticos sigue vivo. Ander Izaguirre refresca esta sensación cuando narra, de forma muy auténtica, sus viajes a las mayores depresiones de cada continente.
Y nos lo cuenta con un gusto, una humanidad, una calidad
literaria que hace de este libro, “Los sótanos del mundo” una obra
imprescindible para todos aquellos que sigan siendo custodios de las ganas de
vivir.
Ander nos lleva de la mano, en realidad a través de mucho
traqueteo y largas rutas de las que desmenuzan los huesos, al Valle de la
Muerte en América del Norte, al lago Eyre en Australia, a la laguna del carbón
en La Patagonia, al Mar Caspio, mar Muerto y al lago Assal en el rincón más
primigenio y salado del Rift. A estos lugares singulares y a los mundos que le
dan cuerpo y consistencia a cada territorio.
Ricamente documentado, nos habla de la vida cruda en estos
lugares, abandonados de todo dios, a pesar de lo que sus carteles, leyes y
edificios puedan aparentar. Ander nos habla de la vida que es y la que fue. Sus
personajes actuales y universales. Historias de colonialismo, crueldad,
explotación, utilización. Proezas, heroicidades, banalidades y miserias,
encumbrando aquella verdad de que en las condiciones más extremas es cuando
damos lo mejor y lo peor de nosotros mismos. Porque Ander muestra un paisaje
geológico, pero sobre todo humano. Porque es la huella del hombre, tantas veces
borrada por las piedras, la arena y el viento, la que imprime una fuerza
especial al relato que logra, ante todo ser una ruta vivencial en la que todos
deberíamos tener la obligación de caer alguna vez.
Viajar es vivir intensamente y los sentimientos siempre
están en la parte más alta de la mochila. Por eso se nota el pesar, la rabia,
la incomprensión en tantos pasajes. Y por eso, que es un respiro al alma, se
agradece la mirada pícara, la broma y el buen humor que saca una bonita sonrisa
en el momento más inesperado, retratando en pocos trazos el encontronazo que se
produce cuando se encuentran dos mundos antagónicos: “cruzamos una foto y una
pedrada con un pastor de camellos”.
Los que tenemos la suerte de haber palpado con nuestros
ojos, nuestras manos, nuestros oídos, nuestro paladar, esos mágicos rincones
del mundo no podemos evitar sobrecogernos y que todos nuestros poros se cierren
a la vez en un acto reflejo de autodefensa que puede durar varias páginas.
Gracias Ander por viajar. Por escribirlo tan bien y compartirlo con tanta honestidad y franqueza, porque es este gesto último lo que marca la diferencia de encontrarse ante una gran obra.
“Quien viaja tiene que intentar hacerse daño. Yo, al menos,
tengo que viajar para que los orgullos de mi tierra me duelan como es
necesario”. Ander viajando por Yibuti.
Los sótanos del mundo. Ander Izaguirre Olaizola. Libros del
K.O., 2.020.
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