lunes, 29 de noviembre de 2010

La innecesidad de exportar

El interés de los empresarios españoles por exportar sus productos y servicios se ha multiplicado en los últimos meses. Ante una convocatoria de jornada, reunión o evento para empresas que quieren exportar, el número de empresarios que acude es diez veces superior a los que lo hacían hace apenas un par de años.


En esas jornadas se muestran ejemplos de éxito. Empresas, sectores y productos que han llegado a los mercados exteriores, que son conocidos internacionalmente. Desde luego, son admirados por los no iniciados, quienes se fijan en todos los detalles para aprender de ellos.

El sector de la producción ecológica en España tiene un índice exportador excepcional. A pesar de ser un sector relativamente joven, pequeño y constituido por empresas diminutas, en muchos casos del sector primario y sujeto a importantes controles y regulaciones exporta mucho, un 50% del valor de su producción en el último año, un 32% de las empresas del sector.

En España el sector ecológico tiene un valor estimado en torno a 905 millones de euros, lo que equivale al 0,97% del gasto total en alimentación, con un gasto per capita de 19,4 euros por habitante y año.

En 2009, la industria ecológica en España estaba compuesta por 3.038 industrias, que facturaron en torno a 685 millones de euros, dando empleo a unos 18.000 trabajadores.

Las ventas en el exterior alcanzaron en 2009 los 454 millones de euros, de los que 356 millones fueron productos manipulados o transformados, y 98 millones como materias primas. Las frutas y hortalizas, el aceite y el vino fueron el 74% de las exportaciones. Los destinos principales de los productos fueron Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Suiza, Holanda y Bélgica.

La configuración actual del mercado de ecológicos hace que la producción se encuentre en España, pero el consumo en otros países europeos. Las empresas aceptan las reglas, su viabilidad y supervivencia está en ello, producen los mejores productos al mejor precio y lo colocan en el punto de venta donde el consumidor lo conoce, valora y compra.

Ahora bien, la ecología y la actividad que se define como ecológica tiene un compromiso vital con el medio ambiente, con la identidad cultural, con la alimentación sana, con la generación de riqueza en el ámbito rural. Algunas de las piezas claves que deben considerarse en la comercialización de productos ecológicos deben ser: la minimización de utilización de envases, el consumo en fresco de los productos, la eliminación de intermediarios, la identificación mutua entre productor y consumidor, la reducción del transporte como requisito para la reducción de energía, combustible, emisión gases contaminantes...

Es por ello que adquiere cierto sinsentido que pequeñas empresas productoras agroecológicas vendan sus productos a miles de kilómetros y en demasiadas ocasiones no estén accesibles para consumidores que viven a centenares de metros del centro de producción. Probablemente tengan poder adquisitivo para comprarlos, y desde luego saben diferenciarlos, valorarlos, apreciarlos, quizás mejor que nadie.

Las empresas son parte del mercado, igual que los consumidores. Pueden por tanto modelarlo, modificarlo, hacerlo evolucionar.

No existe una necesidad de exportar por definición. La necesidad de exportar es una sumisión a las reglas del mercado si no se tiene esa estrategia vocacional.

Los índices de exportación del sector productor son dignos de elogio, más valioso en mi opinión sería que la empresas del sector ecológico consigan una identificación y una integración en su entorno, con la tierra, con los consumidores locales.

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