La profusión de EREs en las empresas españolas se ha cebado
con los empleados de más edad. Esto, además de ser una experiencia traumática
va camino de convertirse en un error absolutamente desastroso para el sistema.
Efectivamente, en los despidos masivos en las empresas, un
colectivo prioritario para su salida ha sido y sigue siendo los trabajadores
más antiguos, los de más edad y a los que se les pide que se acojan a
jubilaciones anticipadas. Sin embargo es un hecho que los trabajadores más
jóvenes son incapaces de asumir inmediatamente dichos puestos, además, según la
Organización Internacional del Trabajo, “es una evidencia que las políticas que
promueven la jubilación anticipada no han generado puestos de trabajo para los
grupos de menor edad”.
El futuro próximo se prevé peor. Hoy la realidad es ya suficientemente
cruda, y junto al 52,34% de tasa de paro juvenil, es necesario recordar que los
parados de 55-64 años han pasado del 9,86% al 28,33%, situándose en la
actualidad en su máximo histórico conocido. Añadir que de ellos, el 65% lleva
ya más de un año intentando encontrar empleo.
Los dramas personales y familiares en ese tramo de edad
suelen resultar más agudos, normalmente cabezas de familia con personas y
responsabilidades a su cargo, y con un riesgo de exclusión definitivo del
mercado laboral realmente preocupante. Un menú, harto desagradable está
servido.
Para el conjunto de la sociedad, una fatal consecuencia es
la amputación social, la anulación de toda una generación que puede encontrarse
en una de las etapas más valiosas de su vida, en uno de los momentos más
lúcidos, positivos y rentables de su ciclo y al que de manera indirecta estamos
todos renunciando.
Hace demasiado que conocemos que nuestra pirámide
poblacional se está invirtiendo y seguimos sin hacer nada, no es que no se pueda, otros países de nuestro
entorno tienen programas específicos. Italia, Francia, Alemania, Estados Unidos
cuentan con medidas específicas de incentivación del empleo e inserción
profesional para estos colectivos que funcionan además, extraordinariamente
bien. En España apenas contamos con unos irrisorios incentivos fiscales en caso
de contratación laboral y la realidad es que los parados de más de 45 años han
tenido que organizarse de manera autónoma y por iniciativa privada y colectiva.
A la expulsión de trabajadores de mayor edad en los sectores
primarios, a los despidos masivos en sectores industriales se le siguen sumando
despidos en sectores de servicios como son los recién anunciados despidos
masivos en la banca y que volverán a hacerse, mucho me temo, apoyándose de
manera excesiva en prejubilaciones.
La brecha social que estamos abriendo es traumática para los
que lo viven en primera persona y sangrante y despilfarradora para los que
estamos delante o detrás. Estamos cavando un agujero en el camino de la
sociedad que no vamos a conseguir tapar ni con las peores de sus consecuencias.
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