Entusiasma el principio socrático que enuncia que todo el
mundo se revela inteligente cuando se le trata como si lo fuera. Cuando desde
el conocimiento, desde la sabiduría, la experiencia y la inteligencia se lanza
un mensaje sin tratar de apabullar ni hipnotizar, sin afán de gloria y mérito,
sino tratando de generar un debate entre iguales, el interlocutor sube
rápidamente escalones en su capacidad de raciocinio.
El principio socrático parece que alcanzó su máximo
esplendor en una época de la que nos queda sus reminiscencias de diálogo,
debate y reflexiones filosóficas. Sin duda hoy la cuestión no es así. Basta
poner unos minutos cualquier debate parlamentario o una tertulia de radio y ya
no digo si además de un micro, se pone también una cámara.
El discurso de los intelectuales ha sido sustituido por la charlatanería
barata en la que tiene que haber un ganador que no acaba siendo otro que el que
hace la mejor sátira, formula el insulto más audaz, hace la acusación más
escandalosa o tiene en la manga el mayor arma arrojadiza. Con independencia de
que los del atril se ganen así el jornal igual que antes los gladiadores, recordemos
que, mientras tanto, se considera a los ciudadanos o a la audiencia carente de
inteligencia. Frédéric Beigbeder, que primero fue publicitario y ahora es
novelista, lo resume: “No hay que tratar al público como si fuera imbécil ni
olvidar nunca que lo es”.
Platón se volvió de Siracusa triste, decepcionado y quizás
muy cansado tras tres intentos por hacer de Dionisio el joven otro tipo de
gobernante. Después de los tres intentos, apenas salvó la vida gracias a las influencias de
Dion y volvió a sus ocupaciones del pensar, posiblemente más escéptico del
poder correctivo de las ideas sobre un universo, tan viciado y dominado por la
perversidad de la lucha de todos contra todos, en el que demasiadas veces no se
imponen los más sabios, sino los más mentecatos; los más feroces, no los más
benignos; los más indignos, no los más honrados.
Mientras sigamos expulsando a los platones de los gobiernos,
al pueblo nos seguirán tratando como a imbéciles.
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