Entender. Entender lo que nos pasa. Entender a los otros.
Entender lo que nos rodea. La curiosidad, la inquietud, dicen, es nuestro rasgo
distintivo, bienvenida sea.
En la mayor parte de las ocasiones no tenemos la oportunidad
de asistir en directo a los hechos, y en otras, tampoco podemos estar a lo
largo de todo el tiempo que se producen. Un naufragio, cuentan, es un
acontecimiento que marca el resto de la vida, afortunadamente, la mayor parte
de nosotros sólo podemos captar parte de sus intensas emociones por lo que nos
cuentan. O bien, asistir al crecimiento de un árbol, a lo largo de toda su
existencia, excede nuestro propio tiempo material.
No asistimos a la mayor parte de los hechos en directo, así
que construimos la historia a partir de los restos, de pistas, de vestigios. Es
lo que en sentido amplio se conoce como la interpretación de la herencia, el
patrimonio.
Pecio en el rio Deva |
Un pecio te habla de innumerables olas, de sudor y sal, de
esforzadas vidas a bordo repletas de esperanzas y también de incertidumbres. Su
silenciosa quietud bajo el agua hace alegrarse de manera, también callada, de
que al fin, encontró su paz y su reposo, aunque sea allá al fondo, justo en el
lugar opuesto del que siempre quiso estar y por lo que tanto se esforzó.
El pecio habla de desenlace, de separación eterna entre la
voluntad y la realidad, aunque para nada de fracaso. En sus muescas y jirones aparece
la brava lucha que ofreció hasta el final. Llamó poderosamente mi atención este
pecio en la Tina Mayor, en El Bustio, en la desembocadura del rio Deva.
Pecio en el rio Deva (El Bustio) |
El tocón, último resto del que en su momento tuvo un gran
porte encierra sabiduría y muchas experiencias de innumerables generaciones
que, mientras recogían sus frutos o buscaban su sombra hablaban de estado, de
amor, del sentido de la vida.
Inútil, en muchos casos volteado, deteriorado, astillado,
troceado, el tocón reza que en su momento hubo allí alguien que todo lo pudo,
alguien que todo lo tuvo, que fue todo porque no necesitaba de nada, de nadie,
su fuerza, su confianza, todo lo era para conservar su altivez.
Los tocones varias veces centenarios han contemplado como ha
cambiado el paisaje a su alrededor, a menudo en varias ocasiones, contemplando
desde su aparente tranquilidad, parsimonia e indiferencia los cambalaches a su
alrededor, consiguiendo, de manera algo mágica, integrarse y encajar en ese
nuevo paisaje que el hombre y las inclemencias del tiempo moldean.
El tocón de este castaño varias veces centenario en Terán,
en el valle de Cabuérniga me sorprendió y cautivó. Su singular mole, cual
columna de Hércules, se encontraba en el acceso al cementerio del pueblo. Sin
recurrir a datación técnica, concluí que el árbol estaba allí mucho antes que
el hombre decidiera construir allí el cementerio. Muchas penas vio el castaño
pasar junto a él en los siguientes años.
Tocón de castaño en Terán (Valle de Cabuérniga) |
Mirar a nuestro alrededor con los ojos del recorrido del
tiempo nos enriquece, los especialistas lo llaman interpretación del
patrimonio, eso si, como dijo Freeman Tilden “Cualquier interpretación que no
se relacione con la personalidad o experiencia del visitante, será totalmente
infructuosa”
Tocón de castaño en Terán (Valle de Cabuérniga) |
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