Se llamaba Hans Burghard, aunque en las calles de Isla
Cristina respondía al nombre de Juanito.
Como todos los productos, en la sal, también hay diversas
calidades y las categorías premium siempre fueron apreciadas. La flor de sal,
esa delicada película que se forma en la parte superficial de las salinas y que
se distingue por su finura, delicadeza y exquisitez de propiedades, ha sido
extraída en todas las edades en que se han explotado las salinas.
En épocas recientes, los bretones de Guerande son conocidos
por su puesta en valor. No sabemos si Hans tenía noticias de ello cuando, al
llegar a Isla Cristina, promocionó la extracción y aprovechamiento comercial de
la flor de sal.
La figura de Juanito es controvertida, en torno a su persona y actividad
figuran algunos misterios y son conocidas algunas de sus manías y
excentricidades. Cada día, por desgracia quedan menos personas que ofrezcan
testimonio de sus convivencias.
Parece que tiene mucho fundamento que lo que llevó a Hans a
la costa occidental de Huelva, fue un encargo de las autoridades alemanas para
hacer un seguimiento del tráfico marítimo y de personas que allí se producía.
Adornando los términos y siendo grandilocuentes, Hans era un espía. Quizá en la
práctica no fuese más que un informante, un oficio muy extendido, una actividad
muy necesaria en todos los ámbitos. Unos ojos y oídos sobre el terreno,
considerando que, nada como tener noticias en tiempo y forma y de primera mano.
Aún hoy, a pesar de tanta tecnología e internet, es una tarea esencial.
De manera coetánea a la vida de Hans en la costa de Huelva, es
más conocida la historia de William Martin o Glyndwr Michael y los entresijos
de la operación carne picada, el hundimiento del portaaviones Dasher, el submarino
Seraph, y algo tan novelesco como un cadáver orillado en la playa de El Portil
con un portafolio de documentos secretos en ristre. Todo ello hace muy verosímil
que Hans, tuviese como ocupación estar al tanto de lo que aconteciera y, a la
vez, se integrase, y al parecer muy bien, en la vida isleña.
Sea como fuere, algo bueno queda. Las bondades y beneficios
de la utilización de la sal marina en la alimentación cada día gana adeptos. Un
producto que se obtiene con procedimientos tradicionales. Mecánicos, la mano
del hombre, térmicos, la acción del sol. Un maridaje que consigue sus mejores
beneficios y rendimientos en la tierra adoptiva de Juanito.
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