viernes, 25 de noviembre de 2022

Potosí

En un ataque de honestidad, el autor se pregunta si todo esto servirá a las personas que ha convertido en protagonistas de su historia. Hay que pensar que sí, desde luego que sí.

Porque los trabajos periodísticos de investigación, con muchas horas sobre el terreno, empapándose de la misma agua, del mismo tizne, de los mismos vapores tóxicos que son la causa de innumerables muertes en Bolivia y en todo el mundo, merecen la pena.

Hay pruebas que lo evidencian. A Ander Izaguirre le han concedido por este trabajo el Premio Euskadi de Literatura y el English Pen Award. Su crónica sobre las minas bolivianas se ha traducido ya a varios idiomas. Claro que sirve. Muchos miran, muchos leen, cada día, muchos más, acaban sabiendo.

Ese es el camino para cambiar la cruda realidad que se retrata en Potosí, una crónica periodística de primer nivel, vivida en primera persona. En las bibliotecas, como evidencian todas las referencias históricas, las luchas de poderes que explican la realidad de hoy;  en los despachos, valga el ejemplo de aquel médico al que persiguió para que hablase sobre las muertes por el mal de la mina, la silicosis; y en los túneles, en los que se enfrentó al vacío, a la opresión de la montaña hasta encomendarse a El Tío.

Potosí es un libro que gustará al lector curioso y atrevido que le gusta conocer la verdad, que no tiene vértigo a enfrentarse a lo que está sucediendo en el mundo aunque quieran apartarlo de nuestra vista. Potosí gustará a las personas inquietas. Potosí le dolerá a las personas sensatas, responsables y sensibles. Porque, aunque algunos pasajes estén contados con dulzura, no esconde la pobreza, la injusticia, el maltrato, la pérdida de dignidad de miles de personas que se matan trabajando. Se matan, si, y son conscientes de ello.

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