Las certezas son, claramente perdedoras frente a las incógnitas e interrogantes que se me plantean. Esperaba que al avanzar la balanza se fuese equilibrando, pero la goleada es cada vez más demoledora, algunas certidumbres incluso se pasan al bando de las incertidumbres. Ciertamente, cada vez sé menos cosas. No me hace falta llegar al axioma de Sócrates, ni volver a montar la teoría de Descartes, el coste sería enorme para llegar a una conclusión que ya conozco.
La hazaña de los tripulantes del Apolo 11 sirvió a muchos para culminar un sueño, fue la demostración de que este pequeño ser, atado a la superficie terrestre es capaz de grandes gestas. El acontecimiento televisivo sirvió a los Estados Unidos para decirle al universo quien era el más grande. Aquella luna llena en hora de máxima audiencia hizo soñar despiertos a millones de personas. A otros se les rompió el hechizo, demasiados galanes se quedarían sin poder ofrecerles la luna a sus amadas.
Estoy entre los tradicionales, me cuento entre la decena de millones que tuvieron y tienen a la luna como diosa, como eje de cultura, como referencia, como símbolo, como adorada y como utopía.
No necesito dudar de la veracidad de los hechos, igual que tampoco cuestiono que hablándole al celular me escucha en el instante mi amigo a centenares de kilómetros, la ciencia se me escapa, me fío de Ockham. No podemos usarla como moneda de cambio entre crítica y modernidad como afirmaba hace unos días en un fabuloso artículo Javier Calvo.
En este aniversario está oculta, se está renovando, tímida quizás por el hecho de que hoy todos hablan de ella más que nunca. Ese conjunto de piedras y polvo seguirá girando para que algunos puedan seguir estudiándola y aprendiendo de ellas y para que otros podamos seguir disfrutándola teniendo la certeza que nunca la tocaremos.
martes, 21 de julio de 2009
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2 comentarios:
Y con Marte, ¿no sueña nadie?
Con independencia de la opinión de gastar el dinero en eso en vez de en otras prioridades, prefiero que las innovaciones tecnológicas venga por una carrera espacial que por una armamentística o por una guerra.
Esto, y la natural curiosidad humana, son motivos suficientes para emprender esta aventura: además ya sirve para que USA y Europa colaboren con las diferentes sondas allí enviadas.
Ya sé que el tema no iba por ahí, aunque sé que "mi Antonio" le gusta que participe...
Álvaro
Mi luna es esa que me hace soñar, esa que siempre esta tan lejos pero al mismo tiempo tan cerca. Ella influye en mí como en las mareas. Y aunque hace unos años algunos al colocar una bandera sobre ella se sintieran sus dueños, afortunadamente no pudo ser así, es demasiado "grande" para pertenecer a unos pocos.
Antonio A. A.
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